Cuenta la leyenda, que el dios
chino Zao Shen , cuando era mortal se llamaba Zhang Lang (Piedra de carbón), se
casó con Zao Ma, una mujer muy virtuosa, y fueron felices durante muchos años.
Pero sucedió que un día, Zao Jun se enamoró perdidamente de una chica mas
joven, hasta el punto, que abandonó su hogar y se fue a vivir con ella. Desde
entonces la vida de Zao Jun fue de mal en peor, perseguido por la mala suerte
fue perdiendo todo lo que tenía, hasta quedar finalmente solo, pobre y ciego.
La Leyenda de Zao Jun, el dios
de la cocina
Ya lo he dicho en más
ocasiones: Me he quedado sin cuentos, leyendas e historias familiares para contar a Flor de
Canela que es insaciable… Por ello vuelvo a mirar hacia oriente y busco
historias con las que ayudarla a dormir o a despertar por las mañanas, con las que entretenerla
cuando estamos esperando en la sala del médico, o en alguna cola o en cualquier
situación…
Se encontraba en ese estado
tan lamentable, tirado en la calle, cuando se le acercó una mujer que le
ofreció algo para comer, un tazón de tallarines. Cuando Zao Jun los probó
comenzó a llorar, la mujer le preguntó: ¿Por qué lloras? A lo que Zao Jun
contestó: “No comía unos tallarines tan buenos desde que vivía con mi mujer” y
empezó a contarle su desgraciada vida. Al terminar, fruto del arrepentimiento, se
produjo un milagro, pues Zao Jun recuperó la vista y vio que la mujer que le
había dado de comer no era otra que Zao Ma, su mujer, que nunca había dejado de
quererlo.
Zao Jun sintió tanta pena por
lo que había hecho, que se consumió en llamas. Su mujer quiso evitarlo, pero
solamente pudo salvar del fuego una pierna, y es por esto que desde entonces a
los atizadores del fuego se les llaman en china Zhang Lang Tûi.
Cuando Zao subió al Da Luo
Tian o “cielo supremo” donde está sentado en su trono el Emperador Jade o
Yuhuang Dadi, administrador del cielo y
tierra, lo convirtió en guardián de los hogares para asegurarles unidad y
abundancia. Y pasó a llamarse Zao Jun
aunque muchos también le llaman Zao Wang, o Zao Wang Ye o Zao Shen.
El Emperador de Jade además le
encargó que todos los años regresara al cielo el día 23 de la luna 12, para
informarle de como se habían portado las familias. Una vez pasado el informe al
Emperador Jade, Zao vuelve a la tierra montado en su caballo blanco, el día del
Año Nuevo Lunar, con regalos y sobres rojos con dinero, dependiendo de lo bien
o mal que se haya portado cada uno durante el año. Considerado el dios de la cocina en el
panteón chino es uno de los dioses autóctonos de su propia cultura, forma parte
de los dioses domésticos, junto con el dios de la felicidad, el dios de la
riqueza y algunos antepasados.
En las cocina china es
habitual encontrar su imagen, acompañado de su esposa, para dar al hogar una
predisposición favorable hacia la riqueza y protegerlo contra los kuei, o
espíritus malignos que según una antigua leyenda china, causan carestía,
enfermedades (peste, locura, etc.), e incluso la muerte y que son representados
como esqueletos con cabeza zoomórfica.
La mitología China dice que
Zao Shen informa una vez al mes sobre la conducta de las familias a las
deidades locales (de la comunidad o vecindario, de la ciudad, etc.), el
cumplimiento de las ofrendas y sobre lo que se ha hecho dentro de la cocina, ya
que la alimentación para los chinos es muy importante.
Las familias chinas para
acordarse de Zao Ju pegan un dibujo suyo en la cocina y el día de la partida
queman palos de incienso y le ofrecen una comida con muchos dulces. Para que
Zao hable bien ante el Emperador Jade las familias limpian y ordenan la casa,
le juntan con miel en los labios y lo rocían de licor, y para acelerar su
ascensión al cielo lo terminan quemado en la cocina y tirando tracas para que
espantado corra más. Cada inicio del nuevo año, la figura de Zao Shen deidad de
la cocina, será reemplazada por una nueva, los cocineros tradicionales, al
comenzar su labores, dirigen su mirada hacia la imagen y piden la protección y
el favor de una buena cocina.