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lunes, 26 de mayo de 2014

El budismo

“El budismo establece tres categorías de pesar: físico, psicológico, y existencial. Se dice que la muerte lleva la conjunción de los tres. El dolor físico implícito de la muerte se alivia con ayuda de la ciencia médica. Los sistemas de bienestar social y la labor conjunta de la familia y del sistema médico pueden aliviar el sufrimiento psicológico que acarrea morir.
Sin embargo, superar el pesar existencial es otra cuestión. Esto se refiere a la angustia causada por la idea de la propia mortalidad. Creer en la eternidad de la vida constituye una forma de pensar la vida y la muerte, y de triunfar sobre el miedo y la aprensión que causa esta última. Cuando las personas adquieren una visión espiritual de la vida y la muerte, sienten un poder interno que les permite superar la desesperanza de estas tres clases de pesar, y vivir este último capítulo de su vida de manera plena y tranquila.
Los avances de la medicina moderna prolongan notablemente la sobrevida anterior a la muerte, en pacientes en etapa terminal. Así, pues, uno de los principales intereses de la medicina contemporánea debería ser apoyar a las personas que van a morir, para que puedan superar el miedo y la ansiedad. Esto explica el desarrollo que está teniendo la especialidad médica que se ocupa de los cuidados paliativos, también conocida como atención terminal.
En casos de enfermedad incurable, ante la proximidad del fin, la gente quiere mantener el orgullo, el respeto por sí misma, y cierto grado de control sobre sus facultades y su dignidad personal. Cada vez más, se tienen en cuenta los derechos del paciente, como su derecho a morir. Sin las posibilidades que ofrece la ciencia médica actual, este derecho sería puramente teórico. Pero la medicina ha desarrollado tratamientos que alivian el dolor y eliminan la agonía de la enfermedad. Hay tecnologías que son capaces de prolongar la vida mucho tiempo. Con todo, el lado oscuro de estos avances es que mantienen a los pacientes en un estado vegetativo irrevocable. Mi maestro, Josei Toda, murió con dignidad. Desde su lecho de muerte, alentó a sus semejantes y respondió preguntas sobre el budismo. Hasta su último aliento, infundió coraje y esperanza, a personas que sufrían. Toda su vida irradió salud en el sentido más estricto del término, aun después de haberse enfermado. La verdadera salud no se refiere a la ausencia de enfermedad. Antes bien, es un estado de vida caracterizado por una apertura hacia el corazón y la vida de los demás, y del medio ambiente. Es una disposición constante a ejercer la capacidad creativa de servir a la sociedad” Daisaku Ikeda.

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